jueves, 31 de mayo de 2018

Adiós lipofobia.

Ayer estuve en la charla de Silvia Méndez Alonso de V de vegetal bien cerquita de mi casa en A Coruña, en la bibiloteca de Os Rosales. 
https://www.facebook.com/events/208270289738111/

Auténtica. Felicidades por difundir de una forma tan amena una alimentación más saludable entre el público general. 
Tocó un poco de todo, pautas y consejos generales con explicaciones científicas sencillas que llegaban al publico general. 
Y entre las pinceladas que hizo a toda la extensa información quiso hacer una mención especial a un aspecto que me parece tremendamente interesante. En resumen: 
-Las grasas son importantes e indispensables para la vida. 
-En especial fomentar el consumo de las más beneficiosas como las monoinsaturadas y poliinsaturadas omega 3. 
-Adiós al miedo a las grasas, en especial al terror de consumir grasas saturadas por su relación con las enfermedades cardiovasculares. 
-Eso sí, alejarse lo más posible de las trans, verdadero veneno. Gran error de sustituir la mantequilla por la margarina (grasa vegetal trans)
Silvia mencionó en su charla un estudio en que la muestra que comía más frutos secos y aceite de oliva adelgazaba con éxito frente al grupo que seguía una dieta baja en grasas (sin contar prejuicios para la salud, en especial a nivel hormonal). 

Estoy desacuerdo amplio información de mis apuntes. 
Grasas como nutriente.
Introducción.
Lo primero, lípidos y grasas son lo mismo. Grasas suena peyorativo y lípidos parece una denominación más científica, pero al fin y al cabo podemos emplear indistintamente los dos términos.
Los lípidos son imprescindibles para la vida porque son parte de la estructura celular, protegen nuestros órganos, desarrollan un rol importantísimo para el sistema hormonal, sirven para sintetizar y ser vehículo de transporte de las vitaminas liposolubles como A, D, E y K entre muchas otras funciones.
Los lípidos son esenciales para la vida y de esencial ingesta. Los ácidos grasos esenciales son aquellos que el organismo no puede sintetizar, por lo que deben obtenerse por medio de la dieta Se trata de ácidos grasos poliinsaturados α-linolénico (18:3ω-3) y el linoleico (18:2ω-6). Si estos se suministran, el organismo humano puede sintetizar el resto de ácidos grasos que necesita.
Por otra parte son un nutriente energético y un buen abrigo que nos protegen del frío. Son las auténticas reservas para sobrevivir en tiempos de hambruna (el problema viene cuando no llega ese momento y la gente hace engordar hasta casi explotar los adipocitos de las células). Pero atención, no podemos culpar de todo a las grasas, en realidad, es el global de la mala alimentación el que causa el problema real de la obesidad, el desajuste hormonal que nos lleva a fatal desenlace. La prueba es que las poblaciones que comen natural y tienen acceso a toda la comida que quieren y más, no son obesas, el cuerpo sabe regularse, mientras esté sano.


Las recomendaciones de la OMS respecto a las grasas o lípidos dentro del marco de una dieta equilibrada y saludable son del 30%. Puede parecer mucho, que tenemos margen para comer mucha grasa, pero en realidad con relativa poca cantidad que ingiramos llegamos a ese porcentaje ya que contienen más del doble de calorías que proteínas e hidratos.
Ahora bien, debido a la lucha contra la obesidad, uno de los grandes enemigos han sido las calorías, y junto con éstas, el nutrientes con más calorías, las grasas. Si sumamos la hipótesis de que causan problemas cardiovasculares, las grasas se han intentado demonizar y lo han conseguido, así que ese 30% se ha indicado bastante a la baja en casos dietas de adelgazamiento y cardiopatías.
La salud por un lado y el estereotipo de belleza igual a delgadez por otro, nos lleva a la era de la “lipofobia” y al boom del mercado de los productos “fat free” (sin grasa) como algo muy atractivo para el consumidor. Sin embargo, las dietas hipolipídicas pueden resultar perjudiciales, con peligro de desnutrición, por mucho que se quiera adelgazar evitando las grasas, una dieta nunca debe prescindir de ellas. La fobia debería ser en todo caso, para las grasas perjudiciales, no para las beneficiosas y sin confundir términos, como decir “No” a unas ricas nueces en la dieta pero no resistirse a una pastita repleta de azúcares con el café con leche.
El hecho las dietas clásicas de adelgazamiento no funcionan es del todo fehaciente.


Como veremos más adelante, mi postura se acerca más al aumentarlo en todo caso, en especial de grasas vegetales con efecto terapéutico, ya que presentan muchas ventajas, y por otro lado desprenderse del halo de miedo versus las grasa animales “naturales”, pero a la vez sin minusvalorar el veneno que representan las grasas trans. En definitiva, no tanto mirar la cantidad de calorías y de grasa como la buena calidad de ellas y la comida natural en general.


Clasificación de los lípidos simples.
Veamos un resumen de los distintos tipos de grasas, para que tengáis una idea global clara para alimentarse con conciencia y también para prevenir ser manipulado por los intereses comerciales.
Clasificamos las grasas dependiendo del tipo de enlace que contengan las moléculas, ya que a su vez, este tipo de enlace le confiere sus particularidades.
Nota: Los ejemplos de alimentos de cada tipo de grasas se escogen porque predomina ese tipo de grasa, no significa que toda la grasa sea de ese tipo.


Resumen según el origen de las grasas.
Origen vegetal: Predominio de ácidos grasos mono y poliinsaturados procedentes de semillas o frutos oleaginosos.
Origen animal:  
  1. Terrestres: Predominio de ácidos grasos saturados.
  2. Marinos: Predominio de ácidos poliinsaturados.


Grasas saturadas
Todos sus enlaces están saturados, lo que bioquímicamente se interpreta como que todos los carbonos están rodeados de hidrógenos (rodeados=saturados).
Ejemplos: butírico láurico, palmítico, esteárico, mirístico.
Son grasas sólidas a temperatura ambiente, imaginaros por ejemplo, el sebo o el chocolate. También son muy estables frente a la oxidación y resisten el deterioro por las altas temperaturas.
En principio, a nivel salud, tienen el rol de “malos de la película”. Su consumo en exceso resulta perjudicial para la salud puesto que dichas grasas tienden a aumentar los niveles de colesterol “malo” en sangre.
O no tanto. Ahora se ha alzado la voz de que todo y presentar muchos más beneficios las grasas del pescado y la mayoría de vegetales, tampoco son tan malas ni mucho menos las culpables de los males de las sociedades occidentales, más bien un chivo expiatorio para desviar la atención de los azúcares y las verdaderas grasas malas, las grasas trans.
La mayoría se encuentran en:
De origen animal tipo terrestre: grasa visible en carnes y aves, fiambres y embutidos grasos, tocino, sebos, foie gras y patés, nata, mantequillas, etc. (el pescado no entra en esta categoría).
De origen vegetal: aceite de coco, palma y palmiste.
Muchas veces se incluye en alimentación procesada e industrial el ingrediente “grasa vegetal”, es probable que sea de palma por resultar más barata y en los últimos tiempos en punto de mira por perjudicial para la salud (por lo visto también por el procesamiento del aceite, no solo por el tipo de aceite). Por otro lado, las grasas saturadas de origen vegetal en general, parece ser que tampoco son tan malas, es más, en ciertos casos pasan a ser de los buenos. Estudios recientes revelan que por ejemplo el aceite de coco es sumamente beneficioso para la salud, como antivirus y en que mejora el funcionamiento de la tiroides, por ejemplo.
En nuestra cocina las grasas saturadas dan mucho juego. Líquidas al calentarse y sólidas a temperatura ambiente, como la manteca de cacao que nos permite elaborar un crujiente chocolate que se derrite en la boca, una delicia o el aceite de coco que resulta ideal para hacer solidificar tartas y si encima resulta que es bueno para la salud.
Grasas insaturadas
Como dice el término, en este caso se observan enlaces insaturados, lo que significa que le falta un H al átomo de carbono y esto deriva en un doble enlace con otro hidrógeno vecino.
Las clasificamos en monoinsaturadas o poliinsaturadas dependiendo del número de enlaces insaturados.
Grasas monoinsaturadas
De mono, significa que solamente hay una insaturación.
El ejemplo por excelencia es el ácido oléico presente en el aceite de oliva (no puedo recomendar otro que aceite oliva virgen extra de primera extracción y si es eco mejor) pero también es abundante en el aguacate y el jamón de bellota (del bueno).
Entran a formar parte de las grasas especialmente recomendables por cardiosaludables y beneficiosas para la salud en general.
Y además son ricos en vit. E y son bastante estables y resistententes a la fritura frente otros aceites vegetales poliinsaturados.
Grasas poliinsaturadas.
Como dice la palabra se trata de los ácidos grasos que poseen más de un doble enlace entre sus carbonos.
Resultado de imagen de acidos grasos poliinsaturados


Dentro de este grupo, encontramos dos familias dependiendo del carbono en que se encuentre el primer doble enlace. Así los Omega 6 tienen en primer doble enlace en el sexto carbono, mientras que los Omega 3 en el tercero.


Algo muy importante es que los ácidos grasos esenciales son aquellos imprescindibles para la vida que nuestro cuerpo no es capaz de sintetizar y por eso se deben conseguir a través de los alimentos. Son el linoleico a partir del cual se derivan los omega 6 y el linolénio, padre de los omega 3.


Omega 3.
Ácido linolénico, EPA y DHA (los vemos en los etiquetados como reclamo publicitario). Reduce el riesgo cardiovascular (RCV) porque previene la formación de trombos, disminuyen los triglicéridos, elevan el colesterol bueno, favorecen la vasodilatación, son antiinflamatorios y se relacionan además con la prevención de cáncer y otras enfermedades.
Se encuentra en pescados azules, que son los más grasos, como la sardina, el jurel y el salmón. Los pescados blancos no tienen apenas grasas por lo que su aporte es menospreciable, aunque sí que se acumula toda la grasa en el hígado, y de ahí las propiedades del famoso aceite de hígado de bacalao. No olvidar los pescados semi-grasos como la lubina, que no son tan grasos y nos aportan también interesante omega 3.
Otra opción animal que no es pescado en el Krill, crustáceo de unos 3 a 5 cm de longitud que se alimentan fundamentalmente con algas y que se suele comercializar en suplementos ricos en omega 3.
También se encuentra en alimentos de origen vegetal como el aceite de semillas de lino (el aceite lino es una buena fuente de omega 3) y las nueces como los más conocidos, pero también el cáñamo y las semillas de chía. Otra opción vegetal las microalgas comercializadas en forma pastillas suplemento.
Por tanto pescado unas cuantas veces a la semana y mejor salvajes y pequeños y más aferrarse al mundo vegetal.


Los omega 3 "venden". Últimamente hemos presenciado la aparición de alimentos funcionales con omega 3 como la leche, los huevos, el pan… “están de moda”, pero la mejor opción como siempre es buscarlo de forma natural en los alimentos, y además alimentos de verdad.
Omega 6.
Los principales son el ácido linoléico, gammalinoleico, araquidónico. Entre sus principales beneficios está el cuidado de la piel y son muy empleados en cosmética.
Pero también se encuentran tromboxanos y prostaglandinas inflamatorias PGE derivadas del araquidónico. En conclusión, no son tan “maravillosos” ni son tan cardio-saludables como los omega 3, con sus pros y sus contras.
Las fuentes alimenticias de omega 6 "buenos" son: cereales, pan integral y en la mayoría de los aceites vegetales. Y el araquidónico se encuentra sobre todo en el reino animal como carnes rojas o lácteos.
De todas formas no hace falta “ir a buscarlos” como sucede con otros valiosos nutrientes. Precisamente en la dieta estándar de la población occidental se encuentra desequilibrada la proporción entre los dos omegas, siendo mucho mayor a la deseable para la salud de ω-6 respecto al ω-3, unos 15:1 cuando debería ser 1:1. Por esta razón, resulta un engaño el reclamo publicitario de “con omega 6” ya que en realidad, lo consumimos en exceso, mientras que los omega 3 sí que son importantes el procurar consumirlos.
Grasas trans.
Se encuentran principalmente en alimentos tipo bollería y precocinados, además de las famosas margarinas (algunas ahora ya no, habiendo buscado alternativas una vez que “ya no colaba”).


Las grasas trans son aceites vegetales que se han sometido a hidrogenación para hacerlas saturadas “artificialmente” y así forzar que sean sólidas a temperatura ambiente más otras apreciables cualidades organolépticas y económicas que interesan a la indústria alimentaria. De esta forma es como se consigue que un aceite vegetal como el de girasol sea “untable” o fabricar unas suculentas magdalenas que no se enrancian ni te dejan las manos untuosas. En la lista de ingredientes de los alimentos envasados aparecen bajo el rótulo "aceite vegetal hidrogenado" o "parcialmente hidrogenado".


Las grasas trans se consideran destructivas, nuestro organismo no está preparado para procesar tal cantidad de elementos “extraños”, provocando un elevado riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.  
Su consumo, que está bastante por encima de lo deseable (cualquier cosa es más que nada) ya está haciendo mella en la población, sobre todo en la infantil, por lo que las autoridades barajan la posibilidad de prohibir su comercialización por considerarse un problema de salud pública. Aunque ¿Quién es el culpable de que los niños coman tanta bollería industrial, las empresas que lo fabrican o los padres que los compran y se los ofrecen? Yo considero que hay una parte de desconocimiento y otra de irresponsabilidad.
                                                                                                                             
La legislación actual obliga a detallar en la lista de ingredientes el contenido en grasas trans para que el consumidor “esté advertido”, pero ¿de qué? Si la población general muchas veces no es consciente de la interpretación "aceite vegetal parcialmente hidrogenado". Es decir, de poco sirve que se lea en una etiqueta, si nadie sabe qué son ni lo que producen en el organismo. Es más, me he encontrado con personas que me han comentado  “si yo pensaba que la palabra hidrogenada era algo bueno, parece que contiene hidrógeno, y eso suena bien”. Pues así vamos. La verdad, no recuerdo ninguna campaña o anuncio de las autoridades explicando o advirtiendo sobre las grasas trans.

Un abrazo
Raquel

www.ladietistaraquel.es

martes, 29 de mayo de 2018

No más de tres ingredientes.

La toxicidad no radica en los alimentos, sino en el procesamiento. “El código de la Obesidad” del Dr Jason Fung

Hola a todos,
Ayer en el programa de televisión "El Hormiguero" comentaban el consejo nutricional de NO comprar productos con más de tres ingredientes que no conozcas y otro consejo paralelo, comprar solo aquello que tu abuela diría que es comida.
Quería comentar que me parece "flojo" lo de no conocer tres ingredientes, aunque estoy muy de acuerdo con la linea del argumento. Mi versión del consejo sería no comprar aquello que tenga más de tres ingredientes, y si no tienen ni etiqueta mejor.
Para escoger los alimentos que forman parte de tu dieta habitual puedes fijarte en parámetros animal/vegetal, yin/yang, de temporada/importado...etc, pero también está éste que me parece super interesante. ¡Y funciona!. Ante la duda, reflexionas, descartas la compra y listo. Evidentemente, no significa llevarlo al extremo de "jamás" comprar, pero sí insisto creo que es un buen referente de elección saludable y además sostenible.
Me parece lógico, me parece válido. Y últimamente lo he puesto tanto en práctica que el truco ha desplazado a otras prioridades. Por ejemplo, soy una defensora a ultranza de lo fresco y lo recién cocinado frente a lo congelado. Pero qué pasa cuándo tienes una vida ajetreada que precisa tener comida para estar más tranquila por si un día no te da tiempo a cocinar. ¿Qué es mejor? ¿Tener comida procesada en una fábrica o comida casera como unas lentejas congeladas?. Cuando no tenía hijos, me podía permitir el lujo de no congelar nada, y estaba orgullosa de ello, pero la vida te cambia y tienes que valorar, que capear. Y al final, lo que no me esperaba, ir congelando algunas porciones de comida por si acaso (caldo, purés...). No es lo mejor, pero es el equilibrio que busco entre salud física y mental.
Nota: No me refiero a cocinar en gran cantidad para congelar en plan "semiindustrial" (ya no menciono por supuesto el hecho de comprar procesados congelados), me refiero a por ejemplo hacer una crema para dos días y de paso congelar un par de porciones individuales para momentos de "no llego" que precisamente sustituyen al típico bote de crema en conserva ecológico que acostumbraba a tener en la despensa. O por ejemplo, prefiero un caldo de verdura de casa congelado a comprar el mejor Brik de caldo eco para "por si acaso"para una sopita para la niña. Y ya no es por salud, es que el sabor de casa es insustituible.

Un abrazo
Raquel

www.ladietistaraquel.es

Caldo de verduras 

Laurel en hoja
Un trozo alga combu
Perejil
Dientes de ajos machacados
Bolitas de pimientas
Verdura (orientación): 
Puerro parte blanca y algo de verde troceado
Cebolla troceada a dados pequeños 
Zanahoria lavada y cortada en rodajas finas (reciclar las partes superiores con tallo verde de otras elaboraciones para el caldo)
Calabaza a daditos
Nabo (mejor si es daikon) cortado en dados pequeños
Repollo cortado daditos
Apio troceado
Sal marina
Sal de hierbas 
Agua para cocinar 
Opcional para añadir al caldo. Sopa: Por 1 l de tan solo 50 g de pasta integral/aprovechar restos de cereal como arroz integral o quinoa/ garbanzos/trocitos de pescado (mezclo con caldo de cocer cabeza de rape)/ huevo duro troceado…
Preparación
Colocar todos los ingredientes en una olla y cubrir con agua de calidad y un poco de sal y llevar a ebullición a fuego fuerte.
Bajar el el fuego y dejar hervir a fuego suave durante una hora.
Retirar del fuego.
Colar el caldo de verduras. La verdura la podemos exprimir un poco chafando a través de un calador.
Obtenemos un rico caldo que podemos rectificar de sal.
En el caldo final obtenido podemos cocinar la pasta. Llevar a ebullición el cazo, incorporar la pasta y hervir el tiempo indicado por el fabricante. O añadir quinoa o mijo o arroz integral ya cocinados, garbanzos básicos, huevo duro….
Servir la sopa.
Para acabar de ajustar salado al gusto de cada comensal se puede añadir un chorrito de agua de mar. También se puede complementar con sal de hierbas aromáticas.
¡A disfrutar el platito de sopa! Para los niños indispensable.

¿Tirar verduras?. Yo sí y no me da pena. El objetivo era extraer toda la sustancias para el rico el caldo así que las verduras están “muertas”.






Proximamente,


viernes, 18 de mayo de 2018

Croquetas de mijo

Hola a todos,
Estoy super contenta de recuperar recetas de siempre y disfrutarlas en familia. Como a Sara le van las croquetas, lo que era hamburguesa de mijo se convirtió en croqueta de mijo. 
Recomendación: 
Escoger hidratos de carbono de calidad, integral y con clara preferencia por el “grano” de cereal tal cual para cocinar y si puede ser ecológico mejor, sin procesar, sin convertir en previamente en harina para procesar. Son ejemplos el arroz integral, la quinoa o el mijo con los que podemos hacer muchas recetas y así cumplir las recomendaciones nutricionales de hidratos de carbono de la forma más eficiente, maximizando nutrición y prevención del aumento de peso.

Mijo hamburguesa/croqueta

20 croquetas
125 g mijo lavado y colado
250 g cebolla bien picadita (se puede usar una picadora) 
1 cs/ 15 ml aceite para cocinar la cebolla
1,2 ml sal marina para cebolla. Más para ajustar al final 
4 cs/ 45 ml/ 30 g sésamo tostado
1,2 ml jengibre en polvo
2,5 ml cúrcuma en polvo
Pizquita de pimienta (o incluida en la cúrcuma)
5 ml/1 cp mostaza natural en crema (depende de lo fuerte que sea)
1 cs perejil fresco picadito
2 cs levadura nutricional (añadir doble de sal si no tenemos)
Un poquito de aceite oliva para pasar por la sartén

Preparación
Cocinar el mijo básico.
NOTA: Yo cocino 250 g de mijo, la mitad la destino a croquetas y la otra mitad la guardo tal cual para desayunos o postres.
Poner tres partes de agua a hervir (900 ml), añadir una pizca de sal y el mijo previamente lavado.
Al romper a hervir, bajar el fuego al mínimo dejar cocinar tapado durante unos 20 min, hasta que se agote el agua de cocción y se empiece incluso a pegar en el fondo.
Nota: importante en esta receta no dejamos que el mijo se enfríe.
Mientras se cocina el mijo, rehogar con aceite de oliva y un poco de sal la cebolla. Cuando empiece a estar doradita pero sin perder jugosidad retirar del fuego.
En un bol ir preparando todos los ingrediente, añadir la cebolla rehogada y remover. Ahora es cuando toca añadir el mijo recién hecho y bien caliente y mezclar todo. Nota: más vale pecar de pocos condimentos, probar y añadir más al final.
Dejar reposar un rato para poder dar forma. Con las manos un poco húmedas dar forma de croquetas o hamburguesas, al gusto. Usar trucos para que os queden de similar tamaño. Yo hago 10 bolas de helado que parto en dos y después doy forma de croqueta.
Guardar en la nevera tapadas hasta el momento pasar por la sartén y servir calientes.
Usar una sartén anti adherente con un pelín de aceite para ir dando la vuelta a las croquetas o hamburguesa sin que se peguen o quemen. Con este toque se doran y vuelve crujiente la parte de fuera la pieza de mijo, es decir, convertimos el mijo es deliciosos y atractivos bocados para toda la familia.
También está la opción de con un pincel untar una bandeja apta para horno de aceite.
Hornear la versión escogida durante unos 20 min. o hasta que estén un poco doraditas.

Listas. Otra forma divertida de tomar hidratos de carbono bien sanos.
Un abrazo.
Raquel
http://www.ladietistaraquel.es